Victor Martínez Simancas (Los últimos días del Reich)




LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL REICH


Mi nombre es Max Schneider y soy el encargado de la seguridad del fuhrer , ahora mismo escribo esto desde el bunker donde nos resguardamos de los bombardeos del ejército rojo, es solo cuestión de horas que tomen Berlín por completo y que acabe la guerra.Si estuviésemos en otras circunstancias sería juzgado por alta traición a Alemania pero eso ya no  importa. Lo más  probable es que muera en  los próximos días, si no soy capturado por los rusos y asesinado me juzgarán por mis crímenes de guerra y me fusilarán. Así que me gustaría hacer una reflexión de mi vida y justificar mi acción que esta considerada como traición para que mis descendientes comprendan que soy y que he hecho.

Todo comenzó en Kronberg donde nací y me crié. A los catorce años me vi obligado a alistarme a la gran guerra y fui enviado a Verdún donde luche durante unos meses. Allí aprendí la crueldad de la guerra y como mella en el ser humano. Cuando volví a casa sano y salvo me prometí que jamás combatiría en otra ya que había presenciado demasiado sufrimiento pero tras las condiciones que se nos impusieron en Versalles eran humillantes y opresoras para el pueblo y un odio hacia las otras potencias Europas comenzó a crecer en mí. A su vez también lo hizo en el resto de los alemanes y surgió un líder que representaba esa frustración que todos teníamos. Ese hombre era Adolf Hitler.

Comencé a seguirle y aunque nunca estuve de acuerdo con los ideales  del nacional-socialismo me intrigaba su persona y sus electrificantes discursos y apariciones públicas. Estaba convencido de que el era lo que Alemania necesitaba por lo que a pesar de romper aquella promesa conmigo mismo me uní a su partido. Poco a poco fui ascendiendo dentro de este y cuando invadimos Polonia ya había sido oficial de la Gestapo y por mi lealtad me ascendieron a jefe de seguridad del partido
Las prácticas que se llevaron a cabo durante la guerra como el exterminio de los judíos y persecución de grupos sociales contrarios al régimen creaban en mí una sensación de repudio y asco por el partido pero me cegaba mi nacionalismo y mi sed de venganza por las humillaciones que Francia e Inglaterra nos impusieron.

Cuando Estados Unidos y la URSS se unieron a la guerra y comenzaron a reconquistar los territorios aliados empecé a sospechar que íbamos a perder la guerra y comencé a ver a Hitler como un loco que nos llevaría a otra derrota más humillante que la de la anterior guerra. Ese sentimiento del que hablaba antes de rechazo más esto hicieron que abriese los ojos

Y aquí estoy en Berlín a escasas horas de perder la vida, hoy 30 de abril de 1945. Nadie lo sospecha ya que siendo el  jefe de seguridad mentí al resto de oficiales diciendo que el fhurer se escapó de Berlín por lo que no sospechan de su ausencia y aun tienen esperanzas de que reorganice un contraataque y ganemos la guerra. Quería dejar esto claro y de alguna manera repagar todo el daño que he hecho y quedar en paz con la historia mundial dicho esto; Yo, Max Schneider maté a Adolf Hitler y a su esposa Eva Braun.            
 
Víctor Martínez-Simancas Safont 1o A de bachillerato Número 11

Febrero de 2018

Comentarios