Todo empezó un 11 de
Febrero, ese día amanecimos entre la blanca nieve de Cerler y al igual que el
día anterior nos empezamos a preparar para disfrutar de un día de esquí o eso
pensábamos.
Estábamos intrigados ya que la mañana anterior
tuvimos la mala suerte de encontrarnos con un atasco a la subida de las pistas,
cosa que yo agradecí ya que supliqué a todos los dioses no esquiar ese día, me
funcionó, pero a medias, simplemente nos perdimos unas horas de esquí. Esa
noche también recé para no esquiar y nunca me podría haber imaginado lo que
sucedió.
Último día de esquí,
subíamos antes para aprovechar al máximo, no hubo atasco, qué faena pensé para
mis adentros. Cuando llegamos a las pistas era demasiado pronto para empezar
las clases así que mi hermana, mi amiga y su madre decidieron bajarse una
pista, yo llorando desconsoladamente les suplicaba que se quedasen conmigo mas
no quisieron hacerme caso y me dijo mi hermana:
- No te preocupes subimos
y bajamos, ahora volvemos a por ti.- Y esas fueron las últimas palabras que
escuché de mi hermana antes de que su vida diese un giro…
Tras veinte minutos
desde su marcha, la madre con la que yo estaba recibe una llamada que decía:
- Van a bajar en camilla
a Ana, creen que se ha podido romper la cadera- eso fue lo que yo escuché y sí,
sabía que esto trataba de mi hermana.
Impaciente esperé,
cuando vi bajar por la ladera de la montaña una camilla supe que era ella y
corrí desesperadamente hacía allí. Ahí estaba, envuelta, inmóvil con las manos
descansando sobre su pecho. Yo, triste, aguantándome las lágrimas balbuceé:
-¿Estás bien?- y le
agarré la mano fuertemente, ella respondió casi sin voz- Me duele.
Corrí hacia la
ambulancia la cual más tarde llevó a mi hermana al hospital.
No le dejaban de
preguntar sus datos personales ya que ella estaba un poco desorientada, en
repetidas ocasiones tuve que corregir los datos que ella daba porque más de una
vez se equivocaba. Yo pedía acompañarla pero no me dejaron ya que había que
tranquilizarla y yo no estaba lo que se dice tranquila. Se la llevaron. Me
quedé observando como la ambulancia iba desapareciendo en la niebla y tras un
rato ya no quedaba ni rastro de la ambulancia.
Me quedé pensativa
durante bastante tiempo, estaba sin palabras. Mi amiga estaba en shock ya que
ella sí que había visto la caída y si mi hermana no la hubiese adelantado ella
hubiese acabado así.
Tras cuarenta minutos
de espera, mi hermana ya estaba de vuelta con un diagnóstico de: “Levántate y
vete, no tienes nada”. Ella estaba muy dolorida pero lo único que podía hacer
es aguantarse e irse del hospital.
Cuando la vi fui
corriendo hacia ella para saber que tal estaba, y sobre todo estaba afectada
porque le habían cortado por la mitad su abrigo, nuestro abrigo.
La madre de mi amiga
decidió volver a Madrid al instante así que eso hicimos. Mi hermana estaba tan
mal que hasta para sentarla y levantarla había que ayudarla.
Llegamos a Madrid y les
contamos a nuestros padres la historia ya que habíamos decidido no contar nada
hasta que les viésemos.
A la mañana siguiente
mi madre llevó a mi hermana al hospital y ahí sí que le dieron un diagnóstico,
se había roto una vértebra y tenía que llevar un corsé durante 3 meses. Tres
meses pensó ella, la selectividad, 2 de bachillerato todo esto con dolores y un
corsé.
Hoy en día Ana ya no
lleva corsé y puede hacer vida normal, a pesar de que a veces se encuentra
bastante dolorida. Ella dice que volverá a esquiar y que nunca lo abandonará
aunque le cueste un poco volver a la nieve. Superó 2 de bachillerato con creces
y ahora está en una universidad disfrutado de su vida.
Fueron tres meses duros
para todos tanto físicamente como mentalmente pero conseguimos pasarlos,
superarlos y amoldarnos a la situación que nos enfrentábamos.
Después de todo esto,
tengo mucho cuidado con lo que deseo.
Marta Velasco 4ºE.
13/10/17
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