Leire Pérez (Lo que nunca te dije)



LO QUE NUNCA TE DIJE


¿Me escuchas mamá? Dicen que las madres pueden sentir lo que dicen sus hijos sin oír sus palabras, que saben leer sus silencios. Por eso ahora me atrevo a contarte tantas cosas qué no te he podido decir nunca . Mi odio a tu manía a vestirme con el traje de futbol cuando yo solo quería ser una princesa, de regalarme balones y espadas y de cortarme el pelo casi a cero. Ese sentimiento de impotencia y desconfianza que ha ido aumentando al no poder contarle a la persona a la que más quiero la realidad sobre quién soy.

Desde pequeño me he sentido diferente, empezando por el hecho de solo poder llevar pantalones, hasta mi apariencia exterior. Nadie parecía notarlo, pero yo no era como los demás. Quizá mi físico era igual que el del resto de chicos de mi edad, pero créeme mamá, no era así.

El color azul que tanto me solías adjudicar, ha sido siempre uno de los colores que más me repugnaban. ¿Te acuerdas de cuándo le echabas la bronca a Ana por gastarte tu maquillaje? Pues era yo, al igual que el que te desordenaba el cajón de los tacones y el que echaba purpurina por todas partes.  

De verdad que intenté quitarme la idea de la cabeza pensando que era todo una simple infatuación. Incluso salí con alguna chica, ¿recuerdas?. Nunca me duraban nada las relaciones. Tú pensabas que eran las hormonas, la adolescencia, y que sólo me estaba divirtiendo; pero la realidad es que, cuando estaba con ellas, la parte femenina de mí se intensificaba y hacía que me viera como si fuera una más, y no Mario.

Sé que ésta no es la mejor forma, ni el mejor momento para contártelo, pero no me sentía con fuerzas de que todo el mundo me juzgase y menos mi propia madre. Conociéndote, le habrías echado la culpa a la adicción a las drogas de papá durante tantos años y a su muerte como consecuencia. Sin embargo, todo empezó mucho antes, intente dejarlo de lado, para no echarte más peso encima, pero ya sabes, como la abuela decía, el yo interior siempre está y estará ahí aunque intentes esconderlo.

Pensaba decírtelo una vez hubiese terminado el instituto, pero te pusiste tan contenta al ver que habían aceptado la solicitud que enviaste para que me aceptasen en el ejército, que decidí guardármelo para mí, y dejar que fueses feliz.

En la academia militar todo fue a peor. No podía seguir fingiendo. Para estar allí, como ya sabes y me has dicho tanta veces, tienes que sacar la parte más varonil que hay en ti, y eso hizo que mis sentimientos y mis ideas se disparatasen y que mis dos yo, luchasen por salir a la luz. En primer lugar estaba el Mario al que todos querían ver, el chico que se reía de las bromas de mal gusto a los novatos, el más fuerte y veloz, el más atrevido a la hora de conocer chica; y luego estaba la tímida y sensible María, mi verdadero yo, qué disfruta con una gota de lluvia, con el olor de una rosa, aquella que llora al escuchar una balada romántica, que siente la fuerza Dios en cada una de esas pequeñas cosas. 

Muchos dirán que está mal lo que he hecho, que el Dios de María nunca admitiría eso incluso lo digo yo, pero ya no aguantaba más. Cuando intentas aparentar algo que no eres, tu mundo se derrumba y el YO equivocado, por la presión social, acaba contigo. Tuve varios momentos de crisis mental en los que me pasó eso, pero aquella noche, aquella noche desee desaparecer y quitarme de en medio como nunca antes lo había hecho.

Fue en ese momento cuando, a las 2.30 am, mientras todos estaban durmiendo, fui al armero, cogí el primer arma que encontré, y como acto reflejo, me disparé a mí mism@.

No me preguntes qué paso después porque no podría responderte, solo sé que nunca había sentido tanta paz como en aquel limbo al que había sucumbido.

Y, aquí me tienes ahora, tumbado en una cama de hospital en silencio, como muerto en vida, haciendo que la mujer de mi vida lo pase mal por algo tan egoísta y egocéntrico como yo.

No sé lo que pasará mamá. No tengo miedo, y tú tampoco deberías tenerlo. Siento no habértelo contado antes, pero te prometo que despertaré. Lo haré por ti, y María te lo contará todo, y dentro de unos años, prométeme, qué sonreiremos juntos cogidos de la mano y recordaremos a Mario como una victoria más contra esto que hoy en día llamamos comprensiva y respetuosa sociedad.



Leire Pérez Núñez 1ºB Bachillerato
Miércoles 25 de Octubre de 2017

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