EL
TIEMPO HACE JUSTICIA
Me llamo Gonzalo, soy
camarero y hoy tengo que trabajar en la fiesta de uno de esos ricachones de
Ibiza a los que todos envidian. Así a simple vista te vienen muchos prejuicios
a la mente, como que toda esa fortuna la tiene por herencia, etc.
Yo nada más ver a este
caballero, fue la primera impresión que me dio. Pero al tratar con el todo
cambio; era un hombre amable, cariñoso, atento y apreciaba a la gente no por su
nivel económico ni social, sino por lo que eran. Esta actitud me impacto, y no
os voy a mentir me daba mucha envidia ya que yo era uno de los muchos camareros
contratados para su fiesta.
Al llegar a mi casa, mi
pico la curiosidad de quien era este hombre. Me puse a investigar y era muy
curioso, porque tenía la sensación de que ya le había conocido, pero no lo
recordaba. Hasta que vi que estudio en
el mismo colegio que yo, entonces quise contactar con él para ver si podíamos
tomar algo y hablar, la verdad es que quería saber cómo había llegado a
conseguir tal fortuna.
Un mes después me hablo
y me dijo que fuera esa misma tarde a su casa y que podríamos hablar porque él sabía
quién era yo.
Ya en su yate,
estábamos teniendo una conversación muy agradable, y tras un par de copas me miró
fijamente a los ojos y me dijo que se acordaba perfectamente de mí, le mire
durante unos segundos, pero nada.
Entonces saco el móvil
y me enseño una foto de cuando el era pequeño, y así fue, en el momento en el
que me la enseño le recordé.
Me vino a la cabeza un
chaval, delgadito, que siempre llevaba unas grandes gafas, la mayor parte del
tiempo estaba solo; entonces recordé todas las veces que me había reído de él,
y las veces que le había humillado en público. Se me cayó la cara de vergüenza,
no sabía que decirle, hubo unos segundos de silencio y entonces me conto que lo
paso muy mal esos años, pero como no tenía casi amigos me dijo con un tono irónico
que tuvo mucho tiempo para estudiar, y que su objetivo de pequeño era llegar
muy alto para que no le volviera a pasar los mismo.
Yo seguía sin saber que
decir, y me dijo que no me preocupara, que ya no me tenía rencor, que fue hace
mucho y que todo lo que sufrió le ayudo a llegar a lo que el es ahora.
Cuando salí de su
lujosa casa me sentí yo el humillado.
Guillermo Urzaiz
Diciembre 2017
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