Guillermo Urzaiz (El tiempo hace justicia)



EL TIEMPO HACE JUSTICIA

Me llamo Gonzalo, soy camarero y hoy tengo que trabajar en la fiesta de uno de esos ricachones de Ibiza a los que todos envidian. Así a simple vista te vienen muchos prejuicios a la mente, como que toda esa fortuna la tiene por herencia, etc.
Yo nada más ver a este caballero, fue la primera impresión que me dio. Pero al tratar con el todo cambio; era un hombre amable, cariñoso, atento y apreciaba a la gente no por su nivel económico ni social, sino por lo que eran. Esta actitud me impacto, y no os voy a mentir me daba mucha envidia ya que yo era uno de los muchos camareros contratados para su fiesta.

Al llegar a mi casa, mi pico la curiosidad de quien era este hombre. Me puse a investigar y era muy curioso, porque tenía la sensación de que ya le había conocido, pero no lo recordaba. Hasta que vi  que estudio en el mismo colegio que yo, entonces quise contactar con él para ver si podíamos tomar algo y hablar, la verdad es que quería saber cómo había llegado a conseguir tal fortuna.

Un mes después me hablo y me dijo que fuera esa misma tarde a su casa y que podríamos hablar porque él sabía quién era yo.

Ya en su yate, estábamos teniendo una conversación muy agradable, y tras un par de copas me miró fijamente a los ojos y me dijo que se acordaba perfectamente de mí, le mire durante unos segundos, pero nada.
Entonces saco el móvil y me enseño una foto de cuando el era pequeño, y así fue, en el momento en el que me la enseño le recordé.

Me vino a la cabeza un chaval, delgadito, que siempre llevaba unas grandes gafas, la mayor parte del tiempo estaba solo; entonces recordé todas las veces que me había reído de él, y las veces que le había humillado en público. Se me cayó la cara de vergüenza, no sabía que decirle, hubo unos segundos de silencio y entonces me conto que lo paso muy mal esos años, pero como no tenía casi amigos me dijo con un tono irónico que tuvo mucho tiempo para estudiar, y que su objetivo de pequeño era llegar muy alto para que no le volviera a pasar los mismo.

Yo seguía sin saber que decir, y me dijo que no me preocupara, que ya no me tenía rencor, que fue hace mucho y que todo lo que sufrió le ayudo a llegar a lo que el es ahora.

Cuando salí de su lujosa casa me sentí yo el humillado.

Guillermo Urzaiz Diciembre 2017

Comentarios