Carlos Fernández Baena (Para qué)



PARA QUÉ

Hijo de Gracia Pérez Cueto y Antonio Baena Sierra, pasada ya la guerra civil, nace Antoñito. Un pequeño y simpático chiquitín, quinto hermano de una extensa familia, con ambición y envidioso, llorica y descuidado. Fue a un colegio público y durante ese periodo tuvo 3 hermanos más, muriendo uno nada más nacer. Una tragedia de la que el no fue muy consciente. Terminó con altas calificaciones y perdió muchas de sus malas costumbres desarrollando una bondad y una ambición dignas de admiración. Buscó estudiar una carrera pero no había mucho dinero en la Granada de aquel entonces. Al negarse sus padres, él no se dio por vencido, y busco mil maneras de conseguirlo. Teniendo en cuenta que en esa época apenas había medios de comunicación, contactó con el padre de un amigo que tenía un camión de su empresa de pescadería. Estuvo tres años yendo y viniendo cada día entre hora, hora y media de viaje, en el camión consiguiendo una carrera con apenas dinero, a base de becas y esfuerzos. Durante esta etapa conoció, en una bonita primavera del 64, a la que sería su mujer hasta el día de hoy, maestra y modelo, puntualmente.


Trabajó muy duro para estar entre los mejores mudándose junto con su amada a la ciudad del entonces, la bella y exaltante Madrid, concretamente en un chalet de la todavía por explotar, Alcobendas. En poco tiempo se situó en la élite como directivo de una de las mayores empresas energéticas de los tiempos, Iberdrola. Siempre ha sido un hombre muy feliz y tuvo tres hijos, que como prueba de su éxito puedo decir que viven actualmente en California, Boston y Madrid, independientes y dejando aquel chalet de Alcobendas que tan buenos recuerdos les dejó, algo solitario. Pero se entretenían alternando su estancia en el chalet con la de sus casas en las costas granadina y almeriense, lugar de procedencia de él y ella respectivamente.


Hasta que un 4 de noviembre de 2012, volviendo de la playa de la Herradura en el garaje de su apartamento, Antonio repentinamente se desplomó y comenzó a convulsionar durante dos minutos, encontrándolo con mucha fortuna un vecino suyo de procedencia sueca, que llamó inmediatamente a la ambulancia salvándole la vida. Aquella mañana lo que padeció fue un ictus hemorrágico inmovilizándose su parte derecha del cuerpo perdiendo más del 80% del habla y adquiriendo un carácter rudo y desconfiado. Recuperó casi al completo su movilidad y actualmente no es casi consciente de su enfermedad irreparable, pero otro problema era el daño psicológico causado a su mujer, que incluso les obligó a mudarse de su querido hogar a una casa más céntrica, necesitada de cariño y vida social. Ella siempre ha permanecido fuerte ante este asunto y lo que más me sorprende es el haber, incluso multiplicado, su fe religiosa sabiendo todo el daño causado y habiendo perdido todo lo que se esforzó para ser un hombre feliz.

Esta es la historia de mi abuelo un hombre luchador el cual consiguió todo lo que deseaba aunque la injusticia le haya arrebatado sus últimos años.


Carlos Fernández Baena. Nº6. 4ºESO E. Noviembre de 2017.

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