Laura Ortíz (Pasado perdido)





PASADO PERDIDO

Todos tenemos un pasado, ella ya no. En todo caso muy muy lejano, según ella tampoco tiene familia, o al menos no sabe quiénes somos, no sabe qué hora es, ni que día, o en qué año vive.
¿Verano o invierno? Indiferente. ¿Año 2017 o 1993, qué más da? ¿Has comido? ¨La verdad que no lo sé¨. ¨ ¿Cuántos hijos tienes? ¨ ¿Ah, que tengo hijos?¨

No podría decir exactamente desde cuando tenemos estas conversaciones. Poco a poco te empezaste a ir, te fuiste sin avisar de que empezabas a caminar,  a caminar quien sabe hacia dónde, cada vez un poco más lejos, sin darte cuenta, sin darnos cuenta.
Aquellos no me acuerdo a los que se empieza por llamar despiste, acaban siendo lo que hoy son.

Y a pesar de ello, a día de hoy puedo afirmar que te siento más cerca que nunca. Que a pesar de no saber exactamente quién soy, creo que ha sido uno de los ¨te quiero¨ más sinceros que he oído decir jamás. Y yo tengo la gran suerte de poder devolvértelos como si fuese la primera vez que lo hiciese.

Y sí, quiero que me sigas desesperando preguntándome cada medio minuto que si quiero café, que en qué año estamos, que sigas inventándote las respuestas cada vez que te pregunto algo, pero sobre todo, que me sigas haciendo reír de la manera que lo haces, con esa inocencia característica que ve la vida de la mejor manera que se podría ver.

Creo que es una enfermedad, dentro de lo que cabe, bonita,  porque al fin y al cabo, vives en esa burbuja  totalmente alejada de la realidad que consigue que siempre tengas una sonrisa en la cara. Asique podría decir que tu enfermedad la sufrimos las dos, la diferencia es que a mí sí que me duele. Por eso quiero disfrutarte al máximo, porque me queda mucho por aprender, porque es el tipo de vida que has llevado y por la persona ejemplar a la que me gustaría parecerme aunque fuese solo un poco.

Y como ya he dicho, tengo la gran suerte de poder regalarte te quiero como si fuese la primera vez que te los dijese. Y claro que no es fácil escuchar un: ¨ ¿Ah, que tú eres mi nieta?¨ O un ¨ ¿Cómo te llamas?¨ Y tener que contestarte con una sonrisa, pero me compensa, me compensa solo por el hecho de que me sigas mirando cómo me miras, porque nos sigue quedando esa complicidad entre las dos que solo nosotras entendemos.

Más que una abuela, tengo una niña, una niña pequeña que me enseña a valorar lo realmente importante y a mirar la vida con otros ojos, pero sobre todo, a disfrutar el momento, a no dar por hecho que la salud es para siempre y que vamos a estar bien eternamente.

Por eso te diría que no te fueses nunca, pero como ya lo has hecho, te digo que te quedes como más feliz seas, porque así es como realmente te quiero ver, porque así es como más cerca estás.

Una vez más, y aunque para ti vuelva a ser la primera, te quiero.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                Laura Ortiz Azáceta

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