Eduardo Abad (No caigas en mí)



NO CAIGAS EN MÍ

Buenos días, me presento hoy para darte un pequeño consejo que quizás te sirva de ayuda. Empezaré presentándome, dando detalles de mi persona para que me conozcas lo suficiente como para evitarme.

Soy algo o alguien que se presenta en tu vida poco a poco, de forma progresiva sin previo aviso. Son muchos los motivos por los cuales aparezco en ti. Normalmente eres tú quien me llama y, además, me pides a gritos. Una vez me siento contigo, poco puedes hacer para incorporarte o siquiera moverte. Al igual que me llamas, te tiras a por mí y te aferras a mí con toda tu fuerza, sin darte cuenta de que soy como un cactus, provocándote un dolor tremebundo muy complicado de aliviar y que a medida que avanza el tiempo, más te perjudica.

Al igual que por culpa tuya, también pueden ser otras circunstancias las que me lleven a consumirte, de hecho, muchas son sin explicación. Haces todo lo posible por no encontrarme y en cuanto te das la vuelta, ahí estoy. No te lo mereces ni mucho menos, quizás sí otras personas o causas existenciales, pero soy un imán y tú amigo mío, tú eres una nevera enorme y moderna y te toca sufrirme.

Nadie sabe cuánto voy a tardar en dejar de hacerte daño y menos yo. Lo único que sé es que disfruto y vivo cuando me acerco a ti, parasitándote. No es mi intención hacerte daño ni causarte tristeza alguna pero igual que tú no puedes vivir sin agua, yo no puedo vivir sino es acosta de otros. Ten en cuenta esta última frase porque quizás te pueda ser de ayuda cuando llame a tu puerta. Te diré que además de todo esto, solo ataco a presas fáciles, a personas hundidas, destrozadas, sin fuerzas, sin esperanza, lo cual me convierte además en cobarde y carroñera.

Por eso estoy aquí, no quiero hacerte más daño, aunque suponga mi destrucción porque, aunque vivo de ello, no aguanto el sufrimiento humano y sí, no me considero humana y si utilizo es el género femenino es para hacerme más cercana, aunque sabemos que menos mi amiga la muerte, no existe nada más lejano a lo humano que yo. Vas a tener que desprenderte de mí porque no soy buena y tú no eres masoca, lo nuestro no puede funcionar.

Es cierto que va a ser muy complicado, pero no imposible, nada es imposible. ¡Levántate!, es tu momento, deja de estar sentado en este banco conmigo y sal ahí fuera y pelea por aquello que te quede, y si no hay nada, pelea por tu vida porque es más valiosa de lo que crees además de necesaria. Te estarás preguntando cómo podrías hacer eso, cómo poder dejar atrás esta sensación tan odiosa y yo te voy a dar la respuesta. No lo parece, pero es mucho más fácil de lo que piensas, tan simple que con dar la vuelta y andar sobre tus pasos te dará eso que ansías. Incluso con una sola palabra podemos solucionar esta nociva relación en la que has caído al buscarme o ser encontrado por mí, y esa palabra es, personas.

Las personas son las que suelen causarte mi presencia, las que te arruinan, las que te dejan, las que te abandonan, las que te traicionan, las que sin razón alguna dejan este mundo y te dejan ahí pasmado sin posibilidad de encontrarle explicación, las que te pisan para conseguir cumplir sus metas, las que por gustar a otras te apartan y se ríen de ti, esa panda de hipócritas que no te ayudan cuando lo necesitas sino reciben nada a cambio, te mienten, te “ponen a caldo” a tus espaldas, son el verdadero motivo de una vida infeliz y te encierran en algo tan oscuro de ti que la única salida que le ves es llamarme porque sabes que yo sí que te voy a encontrar siempre pero piensa que, hasta yo te busco porque te necesito para sobrevivir, es decir te quiero porque te necesito y esto último también lo siento mucho.

Pero volviendo a lo nuestro, al igual que las personas te provocan este sufrimiento, también son ellas las únicas que te pueden salvar, las necesitas más que a la comida, necesitas esa sonrisa en un mal momento en el que las palabras brillan por su ausencia, ese abrazo que te conmueve y te llena, las que te escuchan, las que tras un conflicto vuelven a ti y se disculpan arrepentidos porque no les compensa ese malestar, ellas te ayudan a alcanzar tus metas, te cambian a mejor y te dan calor en una tarde de invierno, necesitas amor humano ya sea en lo precioso de una relación entre hombre y mujer de enamoramiento o una de amistad que sea para lo que sea te podrán ayudar. La única dificultad es rodearse de esas buenas personas, pero piensa que, igual que te has topado con casi todas las malas, ahora solo vas a encontrar a las buenas, las que te van a aceptar por ser ese pedazo de persona que eres y te prometo que las hay, vaya si las hay, de hecho, hay más buenas que malas y por eso el mundo sigue girando. Si esto no te convence piensa que necesitas al menos 21 personas más que tú para echar un buen partido de fútbol.

Espero haberte ayudado con esto, que, de verdad es la solución. No tengas miedo, ten corazón, abre los ojos ya y sal ahí fuera a encontrarte con tu remedio. Y una vez lo consigas piensa que yo ya no podré volver a ti, entonces significará que estás haciendo las cosas bien.

Yo soy la soledad.

Eduardo Abad Anguera de Sojo, 1ºA, 1/05/2017.


Comentarios