Ana Fernández Izquierdo (El abuelo Paco)







EL ABUELO PACO

Paraguay, año 1900 sumido en una profunda crisis, inestabilidad económica bajo la influencia del Partido Colorado, venta de tierras públicas sumado a la disidencia interna en los partidos, era el mejor ambiente para enfrentamientos, después de tres meses ya estoy aquí, de Burgos a Bilbao, después Brasil y repito, ya estoy aquí, y me lo repito a mi mismo porque si no lo hago no lo creo. No puedo decir que el viaje haya sido de mis mejores experiencias, pero si puedo asegurar que jamás echaré de menos a mis compañeras de viaje, las ratas y las cucarachas.

Con 15 años ya empecé a trabajar en la tienda de la familia de mi gran amigo Julio, pero no mucho más tarde empezamos con otros proyectos, y el hecho de tener que dormir debajo del mostrador era lo que más me motivaba para para no conformarme con eso. Desde supermercados y heladerías hasta noches sin dormir para hacer trajes, gorras y lo que me pidieran, las 24 horas del día nunca eran suficientes. 

Pero la juventud es la juventud y se me metió en la cabeza una mujer inalcanzable, por su alta clase social, por su belleza y todo lo que podía buscar cualquier joven de mi edad en aquella época de una mujer, pero lo que esta claro es que a esas alturas de la vida no tenía barreras para nada. 

Poco a poco la fui conociendo, descubrí su nombre, su nacionalidad, y quién era su padre, nada mas y nada menos que el embajador de Italia en Paraguay, y eso que no os he contado que yo era bajito y no especialmente agraciado pero con  mi nuevo traje y mis zapatos negros lustrosos fue cuestión de semanas que Clelia y yo empezáramos nuestra andadura diaria para todo la vida.

A partir de ahí todo lo demás pasó muy deprisa, me lancé a abrir mi propio negocio sin apenas dinero, que paso a llamarse “la casa de todos”. Después de la primera tienda vino la segunda y después la tercera, vendía todo tipo de artículos en el mismo establecimiento y esa fue la clave de mi éxito empresarial, Julio y yo éramos además de los mejores amigos los mejores socios. A la par llegó mi éxito familiar, nació mi primer hijo Alfredo en Paraguay que por ser el mayor le cayó toda la responsabilidad, en esos momentos Asunción, la capital de mi querido Paraguay había cambiado mucho, entre mis negocios y la ayuda de Clelia me llegaron a nombrar nada mas y nada menos que conde. 

Y como ya os he dicho todo iba muy rápido hasta que aparecí en Criales, Burgos con el primer coche que hubo en toda la provincia; que por cierto luego me lo quitó Franco para pasearse tras su victoria por la ciudad, pero eso es otra historia.

Además del negocio en Paraguay me traje la misma idea a España y abrí una tienda con un edificio entero en la plaza de callao, para entonces ya habían nacido Javier y Ricardo y con mis tres hijos ya quería comerme el mundo.

Pero la vida no es como uno la planea, con los niños siendo pequeños Clelia nos abandonó empezaron a llegar noticias muy inquietantes de Paraguay, mis hijos nunca me lo contaron, pero sospecho que mi amigo Julio no supo responder de la forma que yo esperaba.

En un mismo año hubo ocho golpes de estado en Paraguay y creo que mis negocios sirvieron para que un general golpista perdiera su batalla, todo lo que construí se fundió en el hierro de unos cañones que perseguían unos ideales revolucionarios que desconozco.

De esto último nunca fui muy consciente y aunque a mis hijos no les dejé nada de lo que yo pensaba, creo que les deje un ejemplo de vida, que todo lo que se persigue con tesón y trabajo se consigue y este mensaje es el mayor de los tesoros que les pude dejar.

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